NUESTRO SOMETIMIENTO AL EMBRUJO


-Yo sé quién soy -respondió don Quijote-, y sé que puedo ser, no sólo los que he dicho, sino todos los Doce Pares de Francia, y aun todos los nueve de la Fama, pues a todas las hazañas que ellos todos juntos y cada uno por sí hicieron se aventajarán las mías.

Primera parte – Capítulo V

«Ahora se ponen en cuestión no sólo los autores dramáticos, sino también Homero y Hesíodo. El problema no se limita ya a la protección del carácter moral. El peligro estriba en causar grandes estragos al intelecto. Pero ¿por qué? La respuesta, nos dice Platón, hace necesaria una completa y total definición de lo que verdaderamente representa la mimesis.

[…]

Mimesis acaba de aplicarse al contenido de la expresión poetizada. Pero, al considerar el atractivo que dicho tipo de expresión tiene para nuestra consciencia, Platón se ve llevado a retratar la patología del público asistente a una función poética, y mimesis vuelve a adoptar uno de los significados que tenía en el libro III [de La República]. Ahora es el nombre de esa identificación personal activa por razón de la cual el público se compenetra con la interpretación. Es el nombre de nuestro sometimiento al embrujo. Ya no describe la imperfecta visión del artista -sea ésta cual sea-, sino la identificación del público con tal visión.»

Prefacio a Platón, de Eric A. Havelock; Visor, 1994; pgs. 39, 40.

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