¿Para qué piden caminos las palabras, si andar no es una opción? ¿Para qué andar unos pasos?
Los pasos seguirán caminando sin nuestros cuerpos; que se quedan a este lado de la vida, en extrañas posturas de muñeca abandonada.
Los pasos seguirán caminando, tratando de no dejar huellas en el suelo recién fregado; para encontrarse entre la niebla y danzar una danza sin cansancio, ni sudor. Ni danza.
¿De qué nos valen nuestros corazones de colores en la distancia gris? No me quieres soltar, tampoco quieres que me acerque. Quieres que sea algo que no soy: tibio.
Pero si es el fuego lo que amas, ¿cómo podrás conformarte con otra cosa?
La Bastida Errante 